Informe Especial
7 de Mayo de 2024

Es pigüense, vive en Estados Unidos y hará una travesía increíble para ver a Lionel Messi en la Copa América

Se fue durante la pandemia, vive en Estados Unidos y cumplirá su gran sueño de ver a Messi en la Copa América (Foto: FB Pablo Ruggeri / AP).
Se fue durante la pandemia, vive en Estados Unidos y cumplirá su gran sueño de ver a Messi en la Copa América (Foto: FB Pablo Ruggeri / AP).

El pigüense Pablo Ruggeri fue entrevistado por  TN, tiene 24 años y desde 2021 vive en Norteamérica. Conducirá miles de kilómetros para ver a la Selección argentina en la Copa América 2024.

NOTA de TN:

https://tn.com.ar/deportes/futbol/2024/05/06/es-argentino-vive-en-estados-unidos-y-hara-una-travesia-increible-para-ver-a-lionel-messi-en-la-copa-america/

 

Pablo Ruggeri tiene 24 años y vive en los Estados Unidos desde 2021. Creció en Pigüe  y se fue de la Argentina en plena pandemia, solo, en busca de un futuro mejor, detrás del Sueño Americano. “No fue fácil, pero me animé, tenía que hacerlo”, cuenta.

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Empezó como estudiante internacional de premedicina, con la ilusión de dar el gran salto hacia la carrera. Sus primeros pasos en los Estados Unidos los dio en Utah. Luego recaló en la Florida. Desde hace un año se mudó a Springfield, Missouri, la Ciudad Reina de los Ozarks.

Allí trabaja como asistente de enfermería entre 12 y 16 horas por día. Sacrificios que dan frutos. Pero no es sencillo. Los lazos con la Argentina están firmes, la nostalgia por sus raíces tiran. “Desde acá todo se ve distinto”, dice, a la distancia, como quien tiene otra perspectiva.

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La Selección argentina como conexión con sus raíces

“No quiero entrar en la comparación con la Argentina, pero Estados Unidos es otro mundo. Lo que te puedo decir es que acá todo depende de uno mismo. Salgan las cosas bien o mal, siempre es responsabilidad de uno. Acá hay que tener hambre para avanzar porque hay mucha competencia”, detalla sobre su vida en el norte.

Y en la soledad, también encuentra momentos para aferrarse a su país: la Copa América que se jugará en los Estados Unidos desde el 20 de junio al 14 de julio tendrá a la Selección argentina como defensora del título. Pablo estará ahí. No solo para ver a Messi y a los campeones del mundo, sino para volver a conectarse con sus orígenes.

“La única vez que fui a ver a la Selección fue en la Argentina, en un amistoso que jugamos contra España después del Mundial 2010 (triunfo 4 a 1). Yo me crie en un pueblo del interior en Argentina, que se llama Pigüe. Y para los que no son de la ciudad muchas veces se hace difícil ir a ver los partidos”.

Aunque no está cerca de Atlanta, Pablo -hincha de River- ya lo decidió: viajará más de dos mil kilómetros (1100 de ida, otros 1100 de vuelta) para ver el debut de la Selección ante Canadá, el 20 de junio, día en el que los ojos del mundo estarán puestos en ese partido.

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“Hay que confiar en el autito, sé que vamos a llegar bien”

“Estar presente en ese partido significa un montón para mí, va a ser algo hermoso, no tengo dudas”. Pablo no titubea cuando revela que esa travesía la hará en un auto que tiene su desgaste. Prefiere animarse a vivir la aventura antes que quedarse con la duda de lo que hubiera sido.

Las más de 11 horas por tramo que separan a Springfield con el imponente Mercedes-Benz Stadium de Atlanta las hará junto a otro argentino, a bordo de un auto que estuvo un año abandonado. “Hay que confiar en el autito, sé que vamos a llegar bien”, dice mientras elige creer, aunque por dentro sabe que no hay garantías.

“Iremos en un Hyundai Sonata modelo 2015. No es muy viejo, es cierto, pero tiene más millas que el auto de Matías Rossi (se ríe). Estuvo abandonado un año entero y por eso lo pagué barato. Pide a gritos un cambio de aceite. Viajaremos con mi roomie de Argentina, de Villa Ballester. La idea es manejar mitad y mitad”, continúa.

Para Pablo será más que un partido de fútbol porque ese 20 de junio, en uno de los estadios más impresionantes del mundo, miles de argentinos volverán a sentirse en su tierra.

Dormir con ratas y no tener un peso: el esfuerzo de ir en busca de su sueño

Es entonces cuando en ese momento de la charla el joven de 24 años piensa y repasa su vida en los Estados Unidos. Y aunque lo dice al pasar, como si fuera una anécdota, los inicios lo pusieron a prueba como nunca antes.

“Me tocó vivir en tres estados completamente distintos. Tuve que cruzar una frontera caminando, compartir un monoambiente con otros cuatro argentinos, dormir en un sillón con ratas, quedarme sin un peso y también pasar mejores momentos económicos. Lo que te puedo decir es que no fue nada fácil. Pero acá estamos”.

“Acá estamos”, repite y en su tono se nota que desde el momento en el que consiguió los tickets para ver a la Selección argentina todo gira en torno a ese momento. “Las entradas no fueron nada baratas, la verdad, pero no podía no ir”, reconoce.

El día que quiso comprar su entrada el sistema de ventas colapsó y Pablo temió lo peor. “No fue sencillo comprar en preventa”, cuenta. “Yo conseguí por lo que aquí se llama ‘reventa oficial’. Pagué algo de 450 dólares. Es costoso, pero si consideramos que se trata de la selección campeona del mundo y del partido inaugural de la Copa América no está tan mal”.

Pablo recién respiró cuando le llegó un email que confirmaba la transacción como exitosa. “Ahora lo único que queda es confiar en el autito para llegar a Atlanta y estamos”, completa, mientras sonríe.

La rivalidad con México y el día que vio la final del Mundial en un aeropuerto

Gran parte del Mundial Qatar 2022 lo vio en los Estados Unidos, pero decidió venir a la Argentina para la final. Quería estar con su gente. No llegó a tiempo y la histórica final ante Francia la siguió en un aeropuerto.

“Estaba lleno de gente, pero ninguno era argentino”, recuerda. Dice que desde ese día tiene una cuenta pendiente: “Tengo ganas acumuladas de festejar con más hinchas argentinos, espero que se pueda dar en la Copa América”.

Pablo juega al fútbol en Springfield y el clásico es cuando se enfrenta con mexicanos. “Se arman picados con los mismos estudiantes o con mexicanos. Es especial”, relata, aunque por su trabajo no le queda mucho tiempo para poder sumarse a los partidos.

En ese instante un recuerdo se le cruza por la cabeza. Hay algo que no olvida: “Cuando le ganamos a México en el Mundial (por la fase de grupos) yo trabajaba en una fábrica llena de mexicanos. Y no la pasaba nada bien. Por eso el día después de esa gran victoria fue algo inolvidable. No te puedo explicar lo feliz que fui. Tanta mierda que uno vive y cosas así como el fútbol, te juro, te cambian la vida”.

 

 

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