Editorial
28 de Noviembre de 2019

¿Despedirnos de las despedidas?

¿Despedirnos de las despedidas?

despedpor Walter Ditrich.- Los bomberos, que son voluntarios, dejan su familia y su trabajo para ir a llenar el pozo de los egresados. La Municipalidad, que no siempre cumple con los mejores servicios, se pidio una pala de Obras y Servicios Públicos para hacer el enorme pozo que se convertirìa en un lodazal y finalmente la comuna dijo que no. Los padres, hacen de custodios de la ceremonia convertidos en patovicas con patria potestad. Intentan administrar la cantidad de fernet en sangre. Hay muchas botellas per cápita preparadas para replicar la «tradición».

La Secretaría de Salud dispone una ambulancia y personal abocado al «operativo». La policía refuerza con sus efectivos y también lo hace inspección.

Si un club o entidad de bien público quisiera los mismos «servicios» debería pagarlos o tal vez no los conseguiría con tanta premura.

Dicen desde el Foro de Seguridad que se habían comprado alrededor de 600 bengalas de humo. Si todas se prendieran en el centro de la ciudad en el mismo momento, sufriríamos una asfixia colectiva. Se dijo que no se permitiría su uso. No se cumplió.

Los egresados llegan embarrados, exaltados y prendiendo bengalas al monumento a Cabanettes. La estatua al fundador está vallada.

Y se repite la tradición. Los egresados se insultan unos a otros por la rivalidad entre escuelas. Los padres los separan. Pero en e cara a cara, algún agravio verbal termina en empujones y manotazos. Los uniformados intentan, con toda suavidad, calmar a los más exaltados. Un policía le pide a un papá que intervenga él, tiene miedo de que si los jóvenes no se calman «,nos acusen de reprimir».

Los padres separan. Una escuela le canta a la otra «a vos te cuida papá, p.....». Los grupos de egresados rodean el Monumento y se trenzan en el sector opuesto. Se repite la escena. Un papá sufre una quemadura por una bengala de humo. Me pasa cerca. Varias me pasan cerca. Esquivo un banderazo y un tropel que corre y casi me lleva puesto con cámara y todo. Pregunto si se puede pasar la valla Me dicen que sí Lo hago y para poder trabajar mejor supo al borde del monumento para sacar fotos con más seguridad. La policía me hace bajar porque los padres se quejan. Argumentan que si sus hijos ebrios no pueden subir a ese lugar para insultar a otras escuelas, yo tampoco puedo estar ahí aunque esté trabajando, me hayan autorizado y pase un test de alcoholemia. No discuto. Y soporto estoicamente todo tipo de insultos por las redes sociales.

La policía no puede evitar los encontronazos de las promo y vienen dos patrulleros más para separar. Hasta que se hacen las 20hs y comienza la desconcentración.

Titulo que «NO HUBO INCIDENTES». Es que otro año más, lo que podría haber pasado y casi pasa, no pasó.

Pregunto y me dicen que en ningún lugar de toda la región se hace una «fiesta» de estas características. Me cuentan que todo habría comenzado allá por 2002 cuando los promo se juntaban en el parque, llovió y jugaban a tirarse el barro. Por los incidentes producidos les prohibieron el uso del espacio público, pero quedó la costumbre del barro.

Me pregunto sino será tiempo de despedirnos de las despedidas.

¿Qué sentido tiene juntar dinero durante días o meses para consumir alcohol en cantidades industriales?.. ¿Qué sentido tiene arriesgarse a sufrir lesiones, heridas o hasta consecuencias que en algunos casos pusieron en riesgo la vida de los jóvenes?. ¿Qué sentido tiene ir al monumento sólo a insultar a otras escuelas?. ¿Tiene sentido movilizar ambulancia, policía, inspectores, bomberos y obras públicas para que los jóvenes se emborrachen, se lastimen y se insulten?.

Se me dirá que todos fuimos jóvenes e hicimos cosas similares o aún más peligrosas. Es cierto.

Pero la cuestión es que hicieron, hacen y harán los adultos con situaciones de este tipo.

¿No será tiempo de despedirnos de las despedidas?.

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