Editorial
25 de Marzo de 2020

PANDEMIA

PANDEMIA

PANDEMIC(por Walter Ditrich).- El guionista piensa una serie para Nextlit. La titula “PANDEMIA”. Comienza en algún lugar del mundo que se conozca poco, donde los virus puedan transmitirse mucho. Los países más poblados del mundo son India o China. “El planeta le teme màs a los chinos”, piensa el autor. Todos tenemos en el inconsciente colectivo la imagen de un chino con barbijo contagiando algo malo.

La historia arranca en una provincia de China de la que nunca nadie había oído antes.: Wuhan. Hay un mercado de mariscos, pero también venden serpientes y otros animales que para occidente son repulsivos. Pero los chinos los comen. O nosotros creemos que los comen. El guionista imagina que todo empiece con un caldo de murciélago. ¿Será creíble?. Marely recorriò el mundo comiendo hormigas y bichos asì. ¿ Por qué no tomarse un tecito de murciélago?.

El primer asiático infectado puede ser grande, joven, hombre o mujer. No importa. Tiene que parecer un hombre común .. De acuerdo a lo bizarro del relato, el guionista puede sugerir que se tome un caldo del bicho inmundo por tradición o religiòn. O bien, que se trate de un marginal que come las sobras del mercado de bichos raros.

El “caso 0” comienza a sentirse mal. Y en los días sucesivos, el 66% de las personas relacionadas con el mercado también se sienten mal. Hasta que un mèdico se da cuenta de que éste tipo de gripe no es como las demás. Ya es tarde.

Se encienden las alarmas. Las autoridades ocultan la información para no generar pánico. ¿Habrá sido un ataque terrorista?... ¿Fueron los Estados Unidos?.. ¿El ISSIS?. Todo es posible.

Un chino infectado fue suficiente. Uno solo. Un solo chino que vive entre millones de personas. Como todos nosotros.. La pandemia està en marcha.

El guionista de la serie puede jugar hasta con una visión apocalíptica del “paciente cero”. Quizàs hasta deslizar que se enfermò a propósito. Puede tratarse de alguien que desea acabar con la humanidad. Un resentido, un falso redentor, un loco cansado del capitalismo mundial o un fanático religioso. Todas las hipótesis son creìbles. Tambièn puede morir en un accidente conveniente el primer mèdico que detectò la enfermedad . O ser vìctima de virus que investigó y terminó matándolo antes de llegar a la cura.

Hasta que trasciende que existe una nueva pandemia. Como siempre, se sabe tarde.

Las potencias mundiales intentan minimizar el tema. Temen el pánico social. Que se frene la economía. Intentan evitar que se derrumben las bolsas de valores. Hay descreimiento en la opinión pública. Casi todos piensan que la pandemia nunca llegarà a ser tal. “Acá no va a llegar” suponen los ciudadanos del planeta hasta que el virus les toca la puerta.

Los contagios se suceden. Los hospitales se saturan. El pánico llega. Las caras se tapan de barbijos. Las personas desabastecen los supermercados. Como en las películas de catástrofes. Es un apocalipsis. Pasa lo mismo que cuando Hoolywood simula un ataque nuclear.

Los mercaderes especulan, como siempre. Suben el alcohol en gel y los barbijos. Se asemejan a aquel ricachón que quiso comprar con plata su lugar en un salvavidas del Titanic .

Hay escenas bizarras de idiotas yéndose de vacaciones mientras el mundo se infecta. Como toda película donde alguien puede hacer surf en medio de un maremoto. Increible, pero real.

En 15 dìas, el mundo està en cuarentena. Las calles se vacìan. El virus avanza. La pandemia està en marcha. Todos son sospechosos. Los vecinos se denuncian entre ellos por ser posibles portadores. Los militares controlan las calles, los drones patrullan por sobre nuestras cabezas.

Los féretros se apilan. Los cuerpos se creman . Los hospitales desbordan. Los médicos parecen perder la batalla detrás de esos trajes parecidos a los que se usan para evitar la radiación nuclear.

El guionista de la serie siente que se està yendo al pasto. La serie es demasiado apocalíptica.

Con el mundo en cuarentena, el planeta respira. Reverdece. Se contamina menos. Los canales de Venecia vuelven a tener color a agua. Las familias se reencuentran en sus casas. Hay quienes cosen barbijos para los demás. Las ciudades paran su ritmo frenètico. Las personas comprenden que se puede vivir sin la necesidad de pensar sólo en el dinero .

La historia comienza a tener moraleja. Hay una cura: quedarse en casa. Cada persona tiene la vacuna en su poder. Basta con no estar en contacto con los demás. Es una paradoja: En el estadío màs extremo de individualismo mundial estar aislado te salva. Y salva a los demás. Basta con estar solo para salvar al mundo.

“Es un delirio. Nadie lo va a creer”, piensa el guionista a esta altura.

Inicia el último capítulo con música de suspenso e imágenes de ciudades desiertas. Se escucha de fondo las informaciones periodísticas que dan cuenta de que en Italia murieron 793 personas en un dìa. Hay 417 mil enfermos y 18 mil muertos en el planeta.

“PANDEMIA” dice el título de la serie.

“Al mundo le hace falta un barbijo” agrega en la descripción.

Y aclara: “cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia”

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