Editorial
9 de Mayo de 2020

EL AGUJERO DEL SACO

EL AGUJERO DEL SACO

(Por Walter Ditrich).- Le pregunté al Contador Municipal, si está crisis es peor a la del 2001. Me contestó que aquella pasó relativamente rápido. “Para 2003 había pasado lo peor” dijo. Anticipando que, “ahora no sé cómo impactará en el tiempo”.  He ahí el meollo de la cuestión:  esta situación está teñida de una gran dosis de incertidumbre.

Es obvio que la primera certidumbre que pretendemos de quienes nos gobiernan es la que tiene que ver con el cuidado de  nuestra salud.  No es para tirar manteca el techo, pero mirando al resto del planeta  tenemos la mínima de seguridad de que estamos controlando la pandemia. No parece haber otra que la cincuentena, aunque no sabemos hasta cuándo.

Preocuparse por la situación económico social, no implica militar el cacerolazo mercantilista anti cincuenta. Tiene que ver con respetar el aislamiento y pensar en la salud primero, pero sin dejar de ir pensando cómo salimos de esta cuando colguemos el barbijo y los bolsillos estén vacíos.

Por eso, suelo preguntarle a los que no tienen responsabilidad sanitaria, cómo piensan amortiguar el golpazo que nos hizo pegar el freno de mano violento que debimos aplicarle a la rueda económica.

Pero, ¿Hasta dónde caerán los números?..  ¿Cuánto demorará la situación en recomponerse?. Una vez que el COVID 19 sea historia…  ¿Cuándo le darán el alta a la economía?...  No se sabe. Y los patacones (léase hoy como  la maquinita) no parece ser la mejor opción, aunque se suele presentar como la única.

“Hemos tenido una caída muy significativa en los ingresos. Alrededor del 70% de los ingresos que tiene la municipalidad viene por coparticipación (desde la Provincia) y eso tuvo una caída del 33%. Además, las tasas en general han caído por encima del 40%. Por ejemplo, Seguridad e Higiene supera un 80% de caída, lo cual tiene una lógica dado ese sector comercial e industrial, es el que más se vio afectado con las medidas del aislamiento social y obligatorio” detalló el contador de la comuna Adrián Charbonier. El Municipio es una muestra cercana y palpable, de lo que significa el parate. Necesita, la comuna, 67 millones de pesos mensuales para pagar salarios (desde el Intendente hasta el barrendero), lo que implica más de 3 millones de pesos por día.

No hay número locales, pero la CAME dijo que las ventas  en las medianas industrias cayeron un 70% y rebotaron la mitad de los cheques en los bancos el último mes.  Más de 500 personas vinculadas a la construcción estuvieron más de un mes sin trabajar en el distrito y no bajan de 30 pedidos de asistencia alimentaria por día al COE. Desde la Corriente Clasista y Combativa, organización de poca antigüedad en el distrito, pasaron de ayudar  13 familias a 68.  Algunos números sueltos que sirven para ir adivinando lo que se viene.

En marzo y durante los primeros días de abril, la Comuna tomó  35 millones de pesos de fondos afectados (que estaban destinados a otra cosa) “ y eso nos permitió pagar los sueldos con normalidad y absorber un importante incremento que tuvimos en los gastos para equipar el hospital para prepararnos para lo que venga, además de la compra de insumos y elemento de protección personal y medicamentos “ dijo el contador.  Ahora, le pidieron  “una ayuda a la provincia y nos financiaron 17 millones de pesos para pagar sueldos. Es un préstamo interno dentro del ejercicio que tenemos que devolver a partir de agosto. Lo van a ir reteniendo de las transferencias de la coparticipación” dijo Charbonier.

Lo que se sabe es que va a costar reponerse una vez que el Doctor  nos dé el alta. Es lo más importante. Pero al salir del aislamiento comenzará la tarea de reconstrucción económica de un cuerpo social que la está pasando mal. La vuelta a la normalidad va a costar. Hará falta cirugía mayor y ésta vez, será imprescindible que aportar más los que más tienen. Será  necesario revisar la lista de gastos prioritarios. Si algo nos enseñó la pandemia, es a identificar lo más importante.

Y claro está, para minimizar los conflictos que indefectiblemente  llegarán cuando pase el temblor,  los que deciden deberán honrar los compromisos electorales y encarar sin prisa, pero sin pausa, la demorada CONSTRUCCION COLECTIVA.

El Pampa Larralde, retrató a un personaje de Huanguelén conocido en el pago como “El Tamayo”. Dice el poeta  que El Tamayo alguna vez tuvo pilcha y otra vez tuvo caballo. Parece que no era muy ordenando con las cuentas.  Con la sabiduría popular que se cultiva en las pulperías, explicó: “ Pa' qué guardar patacones, si el saco tiene un agujero”.,

Hoy tampoco es tiempo de guardar patacones. El mundo  necesita un barbijo  y no se puede escatimar en gastos.

Pero la pandemia pasará, y hay que ir pensando en zurcir el agujero. Porque los patacones se están terminando. Estamos en “economía de guerra”. Cuando venzamos, porque estoy seguro que entre todos ésta  la vamos a ganar, vendrá la postguerra donde nos necesitaremos a todos para lamernos las heridas y ponernos de pie. Que así sea.