Destacada del Día
23 de Noviembre de 2020

CARTA NUNCA PUBLICADA DE GABINO GIMÉNEZ

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Hace unos días se conoció la noticia de que luego de casi treinta años la escuela de boxeo Nueva Esperanza que dirige el instructor Gabino Gimenez, debe abandonar las tradicionales instalaciones de calle 9 de Julio casi Libertad de Pigüé.

“Ese espacio físico pertenece al Boxing Club Pigüé. Una institución de hace varios años. Se disolvió la comisión pero sigue siendo del boxing club” asegura Gimenez en diálogo con Reflejos.

Historia del boxing club

“Cuando se compraron esos terrenos, tenían que figurar tres personas de la comisión y firmaron Alberto Amadío, Nelson Santichia (hoy fallecido) y Vicente Sánchez. Pasaron los años y lamentablemente la comisión del boxing club se disuelve. Siguieron algunas creo que hasta el 2002. Luego se siguió sin nada. Yo estuve treinta años trabajando en esas instalaciones. En un momento cuando se disolvió la comisión yo me fui cinco años. Luego hablé con Carlos Cabrelles, Carlos Salas y Nelson Santicchia quienes me dieron la llave para que reabra el lugar. Me dieron cinco años para que trabajara. Cuando pasaron esos cinco años volví a hablar con Nelson Santicchia y me dijo que siga. Lo único que me pidió fue que tenga los impuestos al día. Seguí y lamentablemente Nelson Santicchia después falleció. Hace unos 20 días me llama el hijo de Nelson Santicchia pidiéndome las instalaciones. Yo le expliqué que si bien su padre había firmado junto a dos personas más, eso es del boxing club, no de su padre. Él me respondió que su papá había pagado durante muchos años los impuestos provinciales. Este señor me pedía $10 mil de alquiler para cobrarse lo que había gastado el padre. Me dijo que una vez que se salde todo lo que se le debía a su padre íbamos a hablar de otra manera. Al otro día, fui a hablar con Alberto Amadío quien se comprometió a hablar con el hijo de Santicchia pero al otro día volvió y me dijo que tenía que desalojar porque esa persona había puesto abogado y un escribano. Como yo a esta altura de mi vida quiero vivir tranquilo accedí y en estos días me dediqué a desarmar mi gimnasio y se lo entregaré. Tampoco quiero hacer mucho alboroto de esto. No se cómo trabaja la ley en este caso. Yo me llevo las cosas que hay adentro que son los elementos de boxeo que hemos ido comprando” señala Gabino Gimenez.

Ring de la escuela de box Nueva Esperanza

¿Instalaciones para el Materno Mamita?

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Continuando con su relato, Gabino agrega “Yo se - porque fui parte de la primera comisión del boxing club – que hay un papel firmado donde decía que una vez que se terminara al actividad de boxeo en ese local, el lugar pasaba al materno infantil Mamita. Ese papel lo tenía Nelson Santicchia, junto con la escritura del terreno y las actas de las comisiones. No se en qué va a quedar. A mi me da mucha pena que en un espacio donde siempre se hizo boxeo termine así.”

Escuela de boxeadores

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Al repasar los nombres de los boxeadores que se han formado en la escuela Nueva Esperanza, con la conducción de Gabino y la colaboración durante varios años de su hijo  Leo Gimenez – también técnico de box – el experimentado instructor dijo “No tengo idea de la cantidad de chicos que pasaron por ahí. Lo más alto que llegamos fue con Sebastián Heiland, un gran boxeador con quien disputamos un título del mundo en Alemania. También Adriel, Jony Eberhart y muchos chicos que han peleado y para mi es un honor haberlos formado en este gimnasio. Yo creo que a los deportistas hay que ayudarlos. Ahora estoy trabajando en la escuela con un boxeador que lleva 6 peleas ganadas y por él estoy siguiendo un tiempo más, para no dejarlo  porque está muy entusiasmado con el boxeo, pero ahí trabajé toda mi vida.”

Leo Gimenez, Sebastián Heiland y Gabino Gimenez.

Club Sarmiento: nuevo espacio

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Respecto de la continuidad de la escuela de boxeo Gimenez le adelantó en exclusiva a Reflejos que el nuevo espacio donde seguirán las actividades es el club Sarmiento.

“Ya tengo nuevo lugar y estamos trasladando todas las cosas. Tuve una entrevista con el intendente quien me dijo que no me iban a dejar de a pie y en conjunto con el director de deportes, Gerardo Marino esa misma tarde tenían resuelto del lugar.  Es el club Sarmiento que me abrió las puertas enseguida y estoy muy agradecido” anticipó Gabino y añadió “Realmente estaba muy preocupado porque me preguntaba dónde iba a ir para al menos entrenar a este chico, pero la gente del club Sarmiento se brindó enseguida para que use las instalaciones.”

Ropa ajena

Por último el instructor de boxeo reflexionó “Cuando uno empieza algo también sabe que en algún momento va a terminar. Es la vida y uno lo tiene que aceptar. En estos días me he acordado mucho de algo que me decía mi padre: “El que con ropa ajena se viste, en la calle lo desnudan” finalizó Gabino Gimenez.

LA CARTA NUNCA PUBLICADA

Hace ya algún tiempo, Gabino Giménez le entregó esta carta a Verónica Piangatelli, quien además de ser su alumna en la escuela de box durante ocho años, es periodista de Reflejos.

“Le escribí esto a mi gimnasio” le dijo en confianza el profesor a su alumna, dándole en mano el escrito. Hoy con la autorización de su autor, este medio la hace pública para compartir con sus lectores esta reflexión del experimentado instructor de boxeo:

Gabino Giménez junto a la bandera de su escuela de boxeo.

“Fue una tarde cualquiera, una de las tantas que cruzo tu puerta. Esta vez fue diferente. Tuvimos un diálogo que comenzó en mi imaginación.

Gimnasio: ¡Hola profe! Otro día que comenzamos juntos.

Profe: Hola.  Y si, ya 38 años juntos. No podemos separarnos. Aunque por momentos tengo ganas de dejar todo e irme muy lejos, pienso en vos, en tus puertas cerradas sin el bullicio de la gente, sin el golpear en las bolsas de mis boxeadores y pienso en tu alegría de cobijarnos.

Gimnasio: Profe, yo también estoy cansado. Cansado de escuchar promesas que no se cumplen. Cansado de jóvenes que prometen amarme por siempre y nunca alejarse. Cansado de que digan que acá encontraron su lugar su mundo y también de oírlo a usted diciendo “eso ya lo escuché.” Y darles mil consejos.

Ellos miran deslumbrados a este viejo profesor, pero con el correr del tiempo se dejan llevar por cosas que aparecen en la vida y entran en la duda. ¿Qué es mejor? el gimnasio, el boxeo, el profe. Y eligen lo más fácil, lo menos complicado,  lo que no tiene sacrificio.

Otros se van porque les muestran luces de colores, gimnasios modernos, profes más jóvenes que la tienen re clara. Y así quedamos nosotros; pero lejos de rendirnos está lo que yo pienso, profe.

Profe: Vos sabes bien lo que yo pienso. He visto entrar miles de boxeadores y boxeadoras. Lo primero que dicen es “Yo quiero boxear”. Yo les comento en qué pueden terminar y todos contesta lo mismo “Yo jamás me voy a ir.”

Me causa gracia porque en 38 años lo viví millones de veces. Sólo un boxeador siguió mis consejos. Vos sabes de quién hablo. Y con el correr del tiempo le vendieron luces de colores como vos dijiste y se fue, dejando un vacío en vos y en mi.

Gimnasio: Profe, usted y yo siempre sabemos de antemano lo que va a pasar. Treinta y ocho años juntos. ¡Si lo conoceré! Se que hay días en los que no tiene ganas de venir pero por el amor y la pasión que siente por mí y por el boxeo, sigue. Días feriados o domingos abre mis puertas,  me limpia, sonríe o habla sólo. Se sienta a tomar mates y mira a su alrededor como si estuvieran sus pupilos. Yo lo entiendo. Son muchos años juntos compartiendo alegrías, risas, amarguras, llantos tantos de felicidad como de tristeza.

Lo conozco profe. A usted lo que más le molesta y lo disgusta, lo que más lo pone de mal humor es la mentira. Por eso tiene momentos en los que piensa en irse. Pero yo jamás le mentí y ese amor que nos juramos sigue intacto. Más allá de que los jóvenes que vienen nos mientan nosotros siempre vamos a luchar juntos. Quizá algún día, cuando sean grandes y miren hacia atrás, se les caiga una lágrima y piensen “cuánta razón tenía ese viejo profe”. Y vean mi fachada destruida. Y ya no exista el gimnasio y piensen en lo felices que fueron en este lugar.

Profe: La pucha, no pensaba que me conocieras tanto mi querido gimnasio. Más de una vez hablé en voz alta pensando que estaba solo pero veo que vos siempre me escuchás. Sé que sabés mucho más de mí que yo de vos. Cuando he logrado triunfos, he gritado sólo. Sólo no. Con vos. Mr has escuchado llorar por algo que  he amado. Todo esto lo sabemos vos y yo.

Hoy te digo gracias por todo. Por cobijarme, por dejarme soñar, por tu silencio cuando estoy triste. Gracias por dejarme hacer lo que a mí más me gusta que es el boxeo, mi pasión. Yo sí te digo este es mi lugar, mi mundo. Yo sí que nunca te voy a dejar, salvo cuando Dios disponga mi partida. Pero yo se y tengo la certeza de que alguien va a seguir mis pasos y ese alguien es mi hijo, mi sangre. Se que él también te va a jurar el mismo amor y lealtad que yo. Gracia Gym. Me gustaría ser un gigante para poder abrazarte.

Gimnasio: Gracias profe. No es necesario que me lo diga. Se lo que represento en su vida y lo que usted fue para mí.

Quizás nos quede tiempo para reírnos y sacar más chicos. Aunque nos mientan y se vayan, jamás se van a olvidar de su forma de ver la vida, ni de mis paredes cobijándolos.

Gracias. Espero a su hijo que ya estuvo acá. Él va a ser su prolongación.

¡Chau profe!