Hoy cumple 33 años el Taller Protegido Nuevo Horizonte
La institución nació por la inquietud de un grupo de padres de alumnos que asistían a la escuela especial de Pigüé y veían que no había una continuidad para la formación de sus hijos. Comenzaron con dos máquinas que cortaban y sellaban bolsas de polietileno y con siete operarios. Hoy son 30 y prestan una amplia variedad de servicios a la comunidad.
Los inicios
"En el trabajo diario no nos damos cuenta que ya pasaron 33 años" comenta María Rosa Marcenac, miembro de la institución ante el saludo por el cumpleaños.
"En ese momento Chela Grecco (por Celia Minujín) tenía algunos contactos con instituciones, a través de las inspectoras de las escuelas especiales, ya que en ese momento no existía la tecnología de hoy y porque no hacía más de diez años que los talleres protegidos habían empezado a funcionar en la provincia de Buenos Aires. Nos juntamos 'para hacer algo' pero en realidad tampoco sabíamos en qué consistía un taller protegido. Solamente sabíamos que era un lugar donde los operarios podían trabajar de modo que como todo comienzo no se si fue duro pero sí, distinto y complicado" recuerda Rosa que participó de los inicios en el año 1986, aunque el taller comenzó a funcionar el 19 de noviembre de 1988.
La incertidumbre de algo desconocido
Sobre la incertidumbre de comenzar algo que era totalmente desconocido, María Rosa recuerda que los talleres funcionaban en grandes ciudades y allí trabajan los chicos pero la duda era "¿qué van a hacer con nuestros hijos?" . No obstante,teniendo en cuenta que en las poblaciones más pequeñas como Pigüé. la realidad es otra y los vecinos se conocían, siguieron adelante.
Sólo dos máquinas
"Arrancamos con 7 operarios en calle Sarmiento hasta que empezamos a construir el edificio nuevo porque el lugar nos estaba quedando chico dado que a medida que se empezaba a conocer los chicos que egresaban de la escuela especial iban allí y necesitamos más espacio" relata Rosa.
Además Marcenac detalla "Empezamos con dos máquinas de las que aún una está en el taller. Teníamos seguro que tenía que ser todo trabajo manual. Cuando en la ciudad comenzó a conocerse la idea aparecieron dos personas que tenían en sus casas máquinas de cortar bolsas de polietileno y se las vendieron el taller. "Así empezamos, probando. Y fue surgiendo la posibilidad de trabajar con bolsas de residuos, hasta hoy que estamos con diferentes tipos de bolsas, distintos tipos de polietilenos a medida que la población y los clientes van necesitando. También en ese momento se hacían trabajos en costura porque los chicos que egresaban de la escuela especial venían con conocimientos en costura y se hacían también algunas actividades recreativas" señala una de la iniciadoras de la institución.
33 años de crecimiento
Hoy el Taller Protegido cuenta con 30 operarios que asisten en dos burbujas debido al protocolo sanitario. Los trabajadores cobran una beca que paga la institución, con un plus de incentivo al buen desempeño, cumplimiento y compañerismo, además de un peculio - simbólico por su valor - que aporta la provincia de Buenos Aires. La institución se solventa con los ingresos que generan las actividades que desarrollan: servicio de lavandería y tintorería; venta de diferentes tipos de bolsas de materiales variados (para lo que cuenta con salón al público) confección de artículos de costura. Además este año la institución pudo comprar un su combi propia a través de la ley del cheque la cual ya está funcionando por el momento en un solo turno.
Hogar Ruca Quimey, un sueño a cumplir
El próximo sueño a cumplir es la puesta en marcha del Hogar Ruca Quimey, que ya está construido - lindero al Taller Protegido - y tienen como finalidad el alojamiento de aquellos operarios que queden sin familiares que puedan hacerse cargo. Hoy esas personas están viviendo en hogares pero esta casa especialmente diseñada y construida para personas con discapacidad será en un futuro el hogar que los contenga."
Estos hogares se sustentan con el aporte de las obras sociales, pero una vez que se ponen en marcha, la demora hasta que se comienza a cobrar es de unos 8 ó 9 meses. Mientras tanto hay que asegurar el sostenimiento económico y el pago a los profesionales que se exigen para habilitar su funcionamiento que básicamente son: un médico a cargo, una enfermera una directora administrativa y como mínimo tres personas idóneas para la atención de los residentes. Otros servicios profesionales como psicóloga/o o trabajador/a social se pueden tercerizar.
En ese sentido, la comisión directiva del Taller es muy prudente, ya que cuando ese sueño se ponga en marcha, quieren tener la plena seguridad de que podrán garantizar su continuidad en el tiempo. "En estas instituciones donde las personas no tienen otro lugar adónde ir, no podemos pensar en cerrar por inconvenientes económicos" afirmó con mucho criterio, en una parte de la entrevista María Rosa Marcenac.