Marito Fernández el jockey pigüense que triunfa en Europa
Cuatro años pasaron desde su última visita a su ciudad natal, Marito Fernández el que se fue de muy pibe apostando a un sueño de jóckey que pudo hacer realidad no solo en nuestro país sino en EE.UU. y Europa, con un presente exitoso confiesa que es hora de volver para seguir en una profesión que ama.
“Estoy contento y agradecido de poder estar otra vez acá en Pigüé, visitando gente, amigos, conocidos y haciéndome acordar de muchas cosas”, dice el deportista quien recuerda que hace dieciséis años partió en tren rumbo a La Plata a la escuela de jockeys del hipódromo, tenía 19 años “era grande ya, la mayoría van con 13 o 14 años”, refiere y que pudo debutar con 22 para iniciar una carrera que ya no se detuvo.
Dos incursiones en EE.UU., donde no solo aprendió a hablar inglés, sino también ganar y recorrer un país enorme, y en el 2019 tuvo la oportunidad de ir a España con un contrato por tres años, y en eso las raíces lo ayudaron “mi abuelo era español, así que pude lograr la ciudadanía que me facilitó mucho todo”.
Y aunque como dice “los caballos son iguales en todo el mundo”, el cambio más notorio son las distancias “en Europa se entrena mucho para largas distancias, me tocó carreras hasta cuatro mil metros, mucha distancia, acá el tope suelen dos mil quinientos o tres mil metros que son una vez al año y en Estados Unidos es como acá”.
“En Europa todo es más tranquilo, hasta la vida es más relajada”, señala y como ejemplo cita que en Madrid las carreras son únicamente los domingos, claro que hay que estar en contacto diario con los caballos en jornadas que se inician normalmente a las 5 de la mañana hasta cerca del mediodía y algunas carreras a la tarde además de alguna actividad física complementaria “nunca tuve problemas en lo físico, hoy peso 52 kilos, siempre he sido un jóckey liviano, y algo de ejercicio a la tarde, es que hay que estar bien sobre todo de las piernas porque los últimos trescientos metros hay que ponerle rigor al caballo es un esfuerzo muy grande, aunque parezca que no porque una carrera puede durar un minuto diez o veinte segundos”.
“Las pistas sí son diferentes, en Madrid los últimos 150 metros es con una pendiente hacia arriba y hay que saber medir bien el esfuerzo del caballo, y la de San Isidro en la Argentina es una recta de 600 metros, muy larga y hay que saber esperar los últimos 300 metros, por eso los desarrollos de carrera son distintos, en Estados Unidos son distancias más cortas entonces los caballos son más de sprint”, confía y agrega “acá tenemos muy buena hípica en Argentina, muy buenos entrenadores con mucho conocimiento para distancias largas”.
“No me costó tanto adaptarme a España, tenemos muchas costumbres parecidas por eso pude estar todo este tiempo, y aunque residía en Madrid donde fue el epicentro de la pandemia de Covid, por suerte ni yo ni mi familia tuvimos complicaciones, y la actividad en el hipódromo solo paró un mes, la hípica fue de las primeras cosas que se permitieron volver”, cuenta.
Después de un periplo tan exitoso y de recorrer varias pistas del mundo, considera que a los 36 años es hora de pegar la vuelta para seguir haciendo lo que le gusta en nuestro país, “ya tuve contactos con varios entrenadores, me recibieron muy bien”, dice.
Y acerca de su vínculo con los caballos confía que fue de muy chico de la mano de su abuelo Enrique ( conocido como Enrique Mucci) quien tenía caballos, y un sueño de ser jóckey que pudo cumplir aunque por pocas carreras, “a los seis años yo y mi hermana ya tuvimos nuestro primer caballo, y desde ahí tuve un contacto muy especial, me empezó a gustar, las cabalgatas serranas que se hacen acá, y mi primer caballo de carrera lo monté a los diecinueve años con José ‘el chueco’ Arias, el caballo se llamaba ‘el chueco’, y después gracias a un contacto que me hizo Juan Carlos Antonucci en Palermo pude viajar para lo que fue el inicio de mi carrera”, cuenta el jóckey quien siempre tiene presente a su Pigüé natal, a su querido club Deportivo Argentino siendo un prometedor delantero al que lo ganó su otra pasión.