Chichilo: El Rey del Calzado
Decir "zapatero" en Pigüé es sinónimo de "Chichilo". Un 'tano' que se abrió camino en el oficio desde muy joven y hoy asegura que quiere dejar la herencia de todo lo que aprendió. "Voy a trabajar hasta el último día de mi vida" asegura.
"Acá me inicié en el año '57 ó '58. En ese tiempo me largué a trabajar solo.
Cuando viene de Italia sabía un poco del oficio. Había trabajado siete u ocho meses, pero cuando llegué acá no podía dedicarme únicamente a mi trabajo de zapatero porque éramos una familia de siete miembros" relata Francisco Ranieri, sobre sus comienzos en el oficio.
"Mi abuelo Martelli, zapatero oriundo Pigüé desde muchos años, me dio de comer durante cuatro meses. Cuando nosotros bajamos del barco mi tío Luis Martelli -hijo de Francisco Martelli - que trabajaban juntos en el mismo oficio, nos fue a buscar a Buenos Aires. De ahí vinimos para Pigüé y ellos nos pagaron hasta los pasajes, porque nosotros no teníamos ni un peso para comer. Mi abuelo le dio una platita a mi tío Luis y él nos trajo para acá" recuerda Chichilo.
"Cuándo salimos del departamento y me senté en el tren, no podía creer lo que veía: vacas, campos, llanuras interminables, mientras que en Italia era todo montaña y camino sinuoso" comenta el zapatero.
"Después de cuatro meses mi abuelo me dijo que teníamos conseguir trabajo, entonces mi papá y yo - que era el hijo mayor - salimos a buscar y enseguida ¡a laburar se ha dicho!" continúa Chichilo.
El señor Atilio Biasoli - papá de una maestra pigüense - era albañil y en los primeros días me pagaba por semana. Esa pequeña platita se la daba a mi mamá y de esa manera ya nos habíamos independizado y alquilado una casita. Había que poner para la olla" recuerda el italiano sin dejar de mencionar con su acento tano "el frío y las heladas de puta madre" que pasaba en esta ciudad.
"Pero yo le dije a mi padre que ese no era mi oficio, que había hablado con mi primo político para que me enseñe un poquito más de lo mío, que era zapatero; entonces mi padre me dijo que donde comían seis comían siete; porque yo no iba a aportar para la casa mientras estaba aprendiendo" cita Chichilo.
"Yo ganaba unas chirolitas e iba a comer a mi casa, pero mi mente era amplia en ese momento. Quería ayudar a mi padre porque éramos muy pobres, entonces cuando agarré los primeros pesitos, le daba un poquito a la familia y otro poquito me guardaba para seguir creciendo en la zapatería" confiesa Francisco y añade "En ese tiempo trabajé pegado en la medianera con Quinto Partemi que me ayudó mucho".
Zapatos eran los de antes...
Sobre si el oficio ha cambiado mucho desde aquella época hasta la actualidad, Chichilo asegura "No. Terminantemente no. Es exactamente igual, con la diferencia de que en aquella época se usaba todo tipo de mocasines pero de cuero bueno, no cuerina como actualmente. Trabajábamos media suela y taco y se cobraba bien a pesar de que tuve que competir en Pigüé con otras doce zapaterías profesionales, entre ellas los dos hermanos Cifeca y los dos hermanos Gesualdi, además de los Martelli, padre e hijo y Micchello" enumera Chichilo, entre otras que no logra recordar.
"Quiero dejar mi herencia de lo que aprendí en la vida porque Pigüé necesita zapateros. Yo tengo 83 años y quiero seguir trabajando hasta el último día de mi vida" concluye el icónico zapatero de nuestra ciudad.