– Hace una semana, más a o menos a esta hora, terminaba mi tarea habitual. Sonó mi celular y me amenazaron de muerte. Los periodistas, solemos sufrir este tipo de cuestiones según se trate el calibre de las noticias que se publican. En este caso, del otro lado de la línea me amenazaba el esposo de la ex Secretaria de Cultura, Griselda Fontanazza. ¿El motivo?,
que en nuestra edición anterior reprodujimos la nota de la revista La Tecla (de tirada provincial) donde se informaba que los cheques rechazados en la cuenta personal de Fontanazza llegaban a $160 mil. Como es de público conocimiento, por cometer ese delito Fontanazza es ahora una ex funcionaria.
No ahondaré aquí sobre los detalles de la amenaza. De la cual hay testigos y por la que hice la denuncia el jueves por la mañana. Es la primera vez, en los 16 años que llevo trabajando en Pigüé, que radico una denuncia de este tenor. Aunque no es la primera intimidación que sufro en 20 años de profesión.
Esta vez sí hice la denuncia porque el grado de violencia del señor Magallanes superaba «lo cotidiano» que soportamos en la redacción cuando una persona discrepa con una nota periodística. Por eso hice la denuncia. No me equivoqué. Pocas horas después, Magallanes con un estado de ánimo muy exaltado se presentó en mi domicilio particular. Los detalles de la cuestión judicial se abordan detenidamente en la página 19 de esta edición y no redundaré en repetirlos.
Como no me gusta victimizarme ni soy amigo de los escándalos mediáticos, no hice pública la amenaza. Durante el fin de semana, algunos colegas bien informados se enteraron y me consultaron, cuando pudieron ubicarme. Es que yo estaba trabajando en la laguna donde la comunicación es complicada.
No hice declaraciones públicas al respecto y me limité a defenderme en la justicia. Donde, dicho sea de paso, la Jueza de Garantías Dra Calcinelli emitió una orden de restricción de acercamiento por la cual me protege de posibles agresiones de parte del señor Magallanes.
Para mi era un tema terminado. Porque si la señora Fontanazza se sentía ofendida por la publicación, podría hacer dos cosas: pedir un derecho a réplica en este medio y todos los medios provinciales y regionales que publicaron la noticia. Podía también iniciar sendas demandas judiciales. O hacer ambas cosas.
Pero aún no hizo ninguna de las dos.
La noticia
Por el contrario, Fontanazza eligió llamar a una conferencia de prensa, para fustigar a este medio por el artículo publicado. Fontanazza reconoce que la información publicada por este medio es veraz. Reconoce que esa cuenta le pertenece y que libró esos cheques sin fondos. Pero se pregunta, «¿Cuál es el límite?»; «Hasta donde piensan llegar ciertos periodistas?» y se enoja porque «siguen hablando de Griselda Fontanazza cuando ya no es más Secretaria de Cultura».
La respuesta a los interrogantes de Fontanazza es sencilla: el limite de nuestro trabajo es la verdad y hasta ahí nos esforzamos en llegar.
La veracidad de la información está fuera de discusión. Por lo que, la crítica se centra en por qué se difunde esa verdad ahora que Fontanazza ya renunció.
Primeramente, vale citar que Griselda Fontanazza renunció justamente por esta cuestión. Y ella lo reconoce, cuando asegura que decidió hacerlo para no perjudicar al Intendente Corvatta.
¿Por qué renunció si los cheques eran de una cuenta personal y no cometió faltas en la administración pública?.
Pues porque librar cheques sin fondos es un delito. Se equivoca, Fontanazza cuando dice que el delito es no recuperarlos. El articulo 302 del Código Penal dice que, «será reprimido con prisión de seis meses a cuatro años e inhabilitación especial de uno a cinco años…. El que dé en pago o entregue por cualquier concepto a un tercero un cheque sin tener provisión de fondos o autorización expresa para girar en descubierto, y no lo abonare en moneda nacional dentro de las veinticuatro horas de habérsele comunicado la falta de pago mediante aviso bancario, comunicación del tenedor o cualquier otra forma documentada de interpelación»;
Por otro lado, cuando hace dos meses -según sus dichos- , se reunió con el Intendente porque sabía que iba a tener un problema económico, ¿Siguió emitiendo cheques’? Porque el Código Penal también establece que es delito dar « en pago o entregar, por cualquier concepto a un tercero un cheque, a sabiendas de que al tiempo de su presentación no podrá legalmente ser pagado».
Vale recordar que los 20 cheques rechazados publicados en nuestra primera nota (8/01/15) comenzaban el 18 de Noviembre de 2014 y llegaban al 22 de Diciembre de 2014.
Es claro entonces, que por cometer un delito en la órbita privada y siendo funcionaria pública, Fontanazza debió dar un paso al costado. Y no hace falta argumentar demasiado parar darse cuenta que el tema era noticia por tratarse de una de las integrantes más importante del Gabinete (debido a los amplio del área a su cargo) quien además venía de ser, en la práctica; una especie de Secretaria del Intendente Corvatta.
Después de anticipar su renuncia, nuestro medio no volvió a publicar noticias sobre el tema, demostrando que no existe ensañamiento alguno. De haberlo, se podrían haber aprovechado los testimonios de acreedores ávidos de manifestar su enojo por las acreencias que aún mantienen.
Publicación
La semana pasada, el tema volvió a ser noticia porque lo publicó una revista de tirada provincial como La Tecla. Y la nota fue «levantada» y difundida por varios medios de la región. Lo mismo hizo Reflejos.
¿Por qué?. Porque la información – que Fontanazza reconoce como veraz- daba cuenta de que en realidad los cheques rechazados ascendían a $160 mil y no sólo ha $93 mil como decía el informe al momento de la renuncia.
Esos cheques fueron emitidos mientras ella era funcionaria pública y la nota publicada el ultimo jueves habla de también de cheques rechazados mientras Fontanazza estaba en funciones. Sólo 3 de los 31 cheques a los que se hacen mención en la nota del jueves exceden esta fecha (9/01; 13/01 y 15/01/2015).
Para nosotros, es evidente que se trata de un tema de continuidad periodística donde se completa una información que se dio hace poco tiempo y con una relevancia de magnitud. Que también tuvo repercusión que tuvo fuera de los límites del distrito.
Parece que a Fontanazza, le molestó más la repercusión pública del tema que el dolo cometido al librar cheques sin fondos. Vale entonces, hacerse la pregunta: ¿Si el tema no salía a la luz, no renunciaba?. Porque ella misma reconoce que le comunicó a Corvatta la situación dos meses antes y su salida se dió cuando se hace público el delito.
De su parte, sí se nota un ensañamiento hacia mi persona, puesto que dirigió hacia mi todas sus críticas y su marido me amenazó sólo a mi. No hizo lo propio con el resto de los periodistas ni los medios que publicaron la misma noticia. Tampoco fue «nervioso» a sus domicilios particulares.
Además, si el tema para Fontanazza es estrictamente privado y personal, ¿Por qué elige exponerlo ante todos los medios de prensa dando detalles de su árbol genealógico completo?.
De mi parte, ni siquiera había hecho publica la amenaza sufrida. Sólo me limité a la cuestión periodística, que muchos otros también publicaron.
Periodismo y verdad
Los periodistas tenemos dos misiones básicas: informar y opinar. La información y la opinión es la «mercadería» que vendemos. Para que sea de calidad, la información debe ser verdadera y la opinión honesta. La «truchada» en cualquiera de las dos, debería redundar en que ya no tengamos qué venderte. La credibilidad, es nuestro único capital.
Por lo que, en este laburo, nos dedicamos a decir lo que consideramos que es verdad y a opinar lo que pensamos.
Después, podemos equivocarnos hasta el infinito al punto de escribir vaca con «B». Yo me equivoco más que cualquiera víctima de todas mis limitaciones. Supongo que muchos que a mis colegas les pasará lo mismo.
Pero nunca publiqué algo a sabiendas de que era mentira, ni tampoco opiné lo que no pensaba para quedar bien o mal con nadie.
Seguramente, muchos podrán hacer mejor este trabajo. Pero, Fontanazza misma reconoce que no mentimos con lo publicado. Tampoco mentí en la denuncia judicial realizada y la resolución de la jueza así lo avala.
Alguna vez alguien dijo que la verdadera libertad de expresión es poder decir lo que nadie quiere escuchar. Cuando Fontanazza pregunta cuál es nuestro límite, le respondemos que sólo nos guía el informar con la verdad y opinar con honestidad intelectual. Aunque no haya nadie dispuesto a escucharnos.