Como ocurre todos los años, los jóvenes que finalizan el ciclo secundario realizan sus despedidas con el “folclore” que ya es característico de estos festejos. Banderas, pantalones rasgados, remeras y rostros pintados, bombos y todo lo que sume para hacer un poco de ruido y la avenida Casey de escenario y el monumento al fundador Clemente Cabanettes de testigo.
Hace ya varios años, las típicas “piletas de barro” y los festejos afortunadamente cuentan con la colaboración y control de varios adultos responsables, que acompañan a los ‘pibes’, un sector de la sociedad que sin dudas ha sufrido muchísimo el confinamiento por la pandemia y hoy tiene más que nunca, ganas de celebrar.